El encuentro con la verdad, aunque doloroso y desafiante, es como un espejo que nos devuelve nuestra propia imagen sin filtros ni máscaras. Si bien este reflejo puede generar resistencia e incomodidad inicial, representa el primer paso hacia una transformación auténtica y significativa
Llegar a la IE Rafael Uribe Uribe fue un desafío lleno de incertidumbres. Aunque el edificio representaba solidez y tradición, el desconocimiento del programa PTAFI 3.0 por parte de las directivas marcó un inicio retador. La conexión previa con la rectora, lejos de ser una ventaja, requirió replantear estrategias de acercamiento para generar confianza. A pesar de la resistencia inicial, los obstáculos se convirtieron en motivación para demostrar que la transformación educativa es posible con paciencia y respeto.
El diálogo sincero y la búsqueda de la verdad fueron claves para establecer confianza con los docentes. Inspirados por experiencias previas como Los otros hijos de la olla, el equipo docente comenzó a comprometerse con la visión transformadora del programa. Así, de forma orgánica, se conformó un equipo dinamizador que, con el apoyo de la rectora, marcó el inicio de un proceso de cambio basado en el reconocimiento mutuo y el potencial educativo.
El uso de la cartografía social permitió dar voz a los estudiantes y visibilizar sus percepciones sobre el entorno escolar. Sus mapas revelaron dinámicas invisibles para los adultos, como espacios de exclusión y conflictos, generando reflexiones importantes. Aunque algunos docentes resistieron validar estas opiniones, la curiosidad por los hallazgos despertó interés en fortalecer la conexión entre estudiantes y profesores, abriendo una oportunidad para tender puentes entre ambas realidades.
La IE Rafael Uribe Uribe refleja las complejidades de Pereira: diversidad cultural, retos socioeconómicos y dinámicas urbanas. La presencia de estudiantes venezolanos y la riqueza cultural de su comunidad son testimonio de resiliencia y creatividad. Sin embargo, desafíos como la seguridad, la infraestructura limitada y un manual de convivencia desconectado de las realidades estudiantiles subrayan la necesidad de reinventarse mientras honra su legado histórico.
Las voces estudiantiles, reflejadas en los ejercicios de diagnóstico, comenzaron a impactar las prácticas pedagógicas. Aunque algunos docentes mostraron escepticismo, el equipo dinamizador surgió como un motor de cambio institucional. A través del diálogo y la reflexión colectiva, la IE Rafael Uribe Uribe dio sus primeros pasos hacia una transformación educativa inclusiva y significativa.
La escuela, más que un espacio de transmisión de saberes, se erige como un laboratorio vivo donde la crítica constructiva y el diálogo honesto cultivan las posibilidades de cambio. Es en este escenario donde la justicia restaurativa emerge como una práctica que trasciende la simple resolución de conflictos, convirtiéndose en un camino hacia la construcción de ciudadanos conscientes que encarnan los valores democráticos desde la empatía y el reconocimiento mutuo.